Rinden último adiós al entrenador Néstor Matamala

Luto, dolor y consternación, hoy se le dio cristiana sepultura a un personaje que vino a Honduras en 1976 para aportar sus conocimientos de fútbol.

Quizás nunca se imaginó quedarse en Honduras y en San Pedro Sula para toda una vida, pero don Néstor Rodrigo Matamala desde Chile trajo ilusión y conocimiento a muchos futbolistas profesionales y a pesar de los años también a la niñez sampedrana a través de su inolvidable academia de Fútbol Juventud Henerma.

Hoy tocó sepultar sus restos, aunque su alma voló el pasado 6 de mayo en Portugal, ya descansa en paz y dejando un legado a su familia y sobre todo a sus hijos que quieren seguir su ejemplo: «Papito de mi vida, te me fuiste muy rápido, yo te quería eterno… siempre imagine mi vida contigo hasta el final. Papá no se como vivir mi vida sin ti, fuiste mi primer amor, mi confidente, mi apoyo, mi mejor amigo y mi compañero de té», dijo al momento de su muerte su hijo Mynor.

Y es que Mynor fue su mano derecha en la escuela y ese vacío no lo podrá llenar: «Gracias papito por haber sido el mejor de todos, conmigo, con Mark y con mis hijos, que jugabas con ellos como un niño más, tu ausencia se siente demasiado. Le doy gracias a Dios por tu vida y por haber sido parte de la mía», agregó.

El legado de don Néstor ahora se nota más ante su inesperada partida: «Yo sabia que habías tocado la vida de muchos niños, pero jamás me imagine fueran tantos en los cuales dejaste huella, niños y padres, que me dicen como cambiaron sus vidas al cruzarse con la tuya», añadió.

Y es que lo realizado en vida por el trasandino fue reconocido en vida, su sabiduría para ver el fútbol nos alimentaba lo que falta mucho en el país, una manera adecuada de educar a los futbolistas, con buenos entrenadores, excelentes canchas, pero sobre todo buenas decisiones para manejar el maltrecho fútbol nacional.

Don Néstor se ha ido y descansa en paz, quedan sus opiniones sinceras y su trabajo para la niñez, sus familiares, amigos y admiradores lo han despedido como se debe, un sepelio digno y acto religioso importante para que su alma descanse en la morada celestial. (GG)