De Todo Un Poco
La noche que Messi dijo basta
Siete años, once meses y veintinueve días después, Leo Messi regresará al estadio donde dijo «basta», para jugar contra el mismo rival ante el que creyó dar por concluida su presencia en la Albiceleste. En el Metlife de East Rutherford y frente a Chile el capitán argentino pareció rendirse. El viernes llegará como campeón del mundo y sin nada que demostrar.
La noche más oscura
Caminó despacio desde el centro de la cancha hasta la portería. Sobre sus espaldas el gol de Mario Goëzte, en la prórroga mundialista de Maracaná en 2014, y la tanda de penales perdida en 2015, también ante La Roja, en la final de la Copa América. Demasiada carga para añadir otra derrota.
Por eso, como un año antes en Santiago, Messi pidió patear el primero, para marcar el paso. Pero esta vez se fue arriba, por encima del larguero.
Sergio Romero había rechazado el primer lanzamiento de Arturo Vidal, así que su error no debía tener más trascendencia, pero Messi no lo sentió así (“Me tocó fallar el penalti a mí, era importantísimo”, diría después).
Luego, cuando Claudio Bravo rechazó el lanzamiento de Lucas Biglia y poco después Francisco Silva anotó el suyo, todo se le nubló a Messi.
Deambuló por el terreno de juego y se sentó en el banquillo, con la vista perdida en el campo, con lágrimas en los ojos mientras miles de chilenos festejaban en las gradas del Metlife Stadium y los jugadores de la Roja vivían el delirio como bicampeones.
Poco después, en el vestuario, tomó una decisión que comunicó minutos después.
«Es difícil, el momento es duro para cualquier análisis. En el vestuario pensé que se terminó para mí la selección. No es para mí. Es lo que siento ahora. Es una tristeza grande que me vuelva a pasar. Me tocó fallar el penalti a mí, era importantísimo. Ya está, es por el bien de todos. No nos conformamos con llegar a la final y no ganarla. Ya lo intenté mucho, ser campeón con Argentina. No se dio, no lo pude conseguir», confesó.
Tras la tercera final consecutiva perdida (un Mundial y dos Copas América), Messi se rindió.
Había jugado 113 partidos con su selección y apenas cinco días antes se había convertido en el goleador histórico de la Albiceleste, al anotar de tiro libre en la semifinal ante Estados Unidos su gol 55.
Vestido de Albiceleste ya contaba con un Mundial Sub-20 y un oro olímpico (Pekín 2008). Había sido elegido el mejor jugador del Mundial 2014. Pero le faltaba un título y pensó que nunca lo iba a conseguir.
En ese momento arreciaron las críticas. Que si falta de liderazgo, que si llevaba a la selección a sus amigos…”Pasó una cosa que sólo pasa en Argentina. Fue un grupo golpeado por no haber ganado campeonatos y criticado por haber llegado a finales pero no haber sido campeones, creo que fue algo grandioso haber jugado final del Mundial, final de Copa América dos veces seguidas y por no haber ganado, el trato que tuvo esa generación…”, recordaba recientemente el capitán argentino en una entrevista con Infobae.
El regreso
Messi no aguantó más que 47 días alejado de su selección. “Hay que arreglar muchas cosas de nuestro fútbol argentino, pero prefiero hacerlo desde dentro y no criticando desde fuera”, señaló en un comunicado difundido el 12 de agosto.
“Me pasaron muchas cosas por la cabeza el día de la última final y pensé seriamente en dejarlo, pero amo demasiado a mi país y a esta camiseta”, agregó.
No fue la última vez que pensó en dejarlo, ni la última que regresó. Su paso a un lado tras el Mundial 2018, lo anuló Lionel Scaloni, con la ayuda de Pablo Aimar, para forjar un equipo que comenzó a crecer en la Copa América de 2019, que triunfó en 2021 y alcanzó la gloria en 2022.
Casi ocho años después, vuelve para resarcirse de su peor episodio en una Copa América. Ante Chile y en el Metlife Stadium. EFE