Atletismo
Sorpresa, admiración y escepticismo ante exhibiciones de Pogacar en el Tour
Las exhibiciones de Jonas Vingegaard, y sobre todo, de Tadej Pogacar, inmersos en un mano a mano por la victoria en el Tour de Francia, causan admiración y escepticismo, en un deporte que durante mucho tiempo se vio gangrenado por los casos de dopaje.
En 2023 tuvo lugar la supersónica contrarreloj de Vingegaard en Combloux que había vuelto a poner sobre la mesa el asunto del dopaje, cuando el danés, en el camino hacia su segundo Tour, superó por 1 minuto y 38 segundos a su gran rival en sólo 22 kilómetros.
El Tour concluyó entre desmentidos del danés, que aseguraba «no tomar nada que no daría a (su) propia hija».
A Pogacar, víctima de una pájara espectacular en el col de la Loze, no le rozaron aquellas sospechas.
Pero este año, el dominio del esloveno en los Pirineos le sitúa en el centro de la polémica, mientras el pelotón se acerca a los Alpes, que dictarán sentencia respecto a esta 111ª edición del Tour.
Fue sobre todo su actuación el domingo en Plateau de Beille la que puso el foco sobre él cuando, de la misma forma que Vingegaard y Remco Evenepoel, batió el récord del tiempo de la subida de Marco Pantani en 1998 en una época en que la EPO campaba a sus anchas entre el pelotón.
«Es como si no hiciésemos el mismo deporte», alabó el corredor noruego Tobias Johannessen, sin aludir en ningún momento a ningún tipo de ventaja ilegal.
En otros puertos también se establecieron nuevos récords, con velocidades muy superiores a las desarrolladas por Lance Armstrong, cuyas siete victorias en el Tour de Francia fueron borradas del palmarés después de su posterior reconocimiento de haberse dopado.
– ‘Hemos barrido la casa’ –
Pero el foco mediático del Tour amplifica una realidad presente a lo largo del año en todas las carreras, la constante evolución del rendimiento. «Se va cada vez más rápido», explica el francés Axel Laurance, que no se muestra sorprendido por las actuaciones de los mejores corredores.
«Hay un gran ritmo todo el año, las velocidades aumentan, los vatios también», explica el corredor del Alpecin.
Los escépticos denuncian un ciclismo a dos velocidades, apoyando su teoría en las vertiginosas diferencias entre los tres mejores y el resto del pelotón.
Otros lo explican a través de las cualidades propias de una generación de campeones » fuera de lo común», como el director deportivo del equipo Décathlon-AG2R Julien Jurdie.
«Pogacar es un fenómeno como hay en cada deporte», afirma. «Impresiona, y entiendo que pueda sorprender porque las velocidades en los puertos son bastante locas. Pero estamos ante un campeón como hay uno cada quince años. Hemos barrido la casa desde hace años y el ciclismo es uno de los deportes más limpios actualmente».
Ante la falta de pruebas, el debate no ha tomado vuelo.
– «Todo cambió» –
Todos los actores están de acuerdo en reconocer los enormes progresos en términos de material, de entrenamiento y de nutrición, y argumentan que un partido de fútbol de los años 1990 no se parece en nada a uno actual.
«Cuando llegué a este equipo (UAE) hace seis años, éramos realmente amateurs. Desde entonces todo cambió», insistió el lunes Pogacar.
¿Suficiente para explicar el rendimiento, y sobre todo las diferencias?
Especialista en dopaje, el doctor Jean-Pierre de Mondenard denuncia desde hace años «la farsa» de los controles antidopaje en el ciclismo y en otros deportes, lamentando que numerosos productos, como la cafeína, no estén prohibidos.
«Los corredores están todos muy medicalizados, pero Pogacar y Vingegaard no lo son más que los demás», considera para la AFP.
El pasado viernes, el medio especializado ‘Escape Collective’ reveló que al menos tres equipos del Tour de Francia (UAE, Visma e Israel PT) utilizan un inhalador de monóxido de carbono, una técnica permitida que se aplica para equiparar los beneficios del entrenamiento en altura.
Vingegaard confirmó el lunes que hacía uso de ello, insistiendo en que «no había nada sospechoso» en ese método legal.
Pogacar, preguntado en conferencia de prensa el martes, aseguró: «No sé lo que es eso».