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Recordando a Don Pedro Atala
Han pasado 24 años de la partida del más grande dirigente del fútbol hondureño, Pedro Atala Simón, hombre afable que siempre participó en el deporte con muy buenas intenciones de ayudar y fomentar una distracción sana para los hondureños.
Ese gran hombre del deporte, celebra un nuevo aniversario luctuoso en el cielo con su amada esposa, doña Victoria Zablah, con quien compartió una familia distinguida, ya que fue un esposo y padre ejemplar y un exitoso empresario que vino de abajo hasta forjar su legado.
Dirigentes como don Pedro se extrañan en estos tiempos, un personaje unificador, líder, de respeto que puso orden en entes como Fenafuth, Liga Nacional y Motagua que precisamente acusan de este tipo de caudillos.
De ambos organismos fue presidente y nunca fue una persona que dividió, más bien unió en un solo objetivo, el país, prueba de ello es que la Liga Nacional mantuvo su sede San Pedro Sula, a pesar de que muchos reclamaban que debería ser en la capital y cuando le tocó decidir en 1974 entre un título para su amado Motagua y la división del fútbol, declinó al campeonato como un caballero y se mantuvo la armonía en el fútbol nacional, a pesar de que la Ley amparaba a su equipo a jugar otro partido adicional, sin embargo, Real España celebraba en las calles y evitó una tragedia entre aficionados de ambos clubes.
La ausencia de un líder deportivo de su estirpe es difícil de llenar, su don de gente, su mentalidad empresarial, pero sin dañar a nadie ya no se encuentra en nuestros dirigentes deportivos actuales, ni de los clubes, de la Liga y mucho menos de la Federación de Fútbol.
Su gran amor fue el Motagua, era el alma administrativa de su equipo, siempre bien respaldado por sus grandes amigos como Daniel Matamoros, Marco Tulio Gutiérrez, Salvador Lamas, Mario Rivera López, Heriberto Gómez, Juan de Dios Vides, Manolo Giraldez, Gilberto Díaz del Valle, Leonel Gianini, doña Argentina de Bulnes, Héctor Bulnes, Pío Voto, entre otros.
Poco a poco también fue inculcando a todos sus hijos ese legado que han seguido al pie de la letra, al igual que sus sobrinos y que además siguen sus nietos, porque ser del apellido Atala es ser sinónimo del Fútbol Club Motagua, el equipo mimado como él mismo lo bautizó en algún momento de su vida. (GG)