Zheng vuelve a batir a Vekic en el partido femenino más tardío del US Open

En una reedición de la final de los Juegos Olímpicos, la tenista china Zheng Qinwen volvió a vencer a la croata Donna Vekic en octavos del Abierto de Estados Unidos, en el duelo femenino más tardío de la historia del torneo.

Zheng, número siete del ranking de la WTA, superó a Vekic (24º) por 7-6 (7/2), 4-6 y 6-2 en un choque que terminó a las 02H15 de la madrugada del lunes de Nueva York.

Este horario superó el récord femenino que ostentaba desde 2021 el duelo entre Maria Sakkari y Bianca Andreescu, también de octavos de final, que concluyó a las 02H13.

El récord absoluto sigue siendo el memorable cruce de cuartos de 2022 que Carlos Alcaraz ganó a Jannik Sinner a las 02H50 de la madrugada.

«Siempre me gusta jugar en la sesión de noche, estoy acostumbrada. Aquí en Nueva York es mi primera vez», dijo Zheng frente a los cientos de espectadores de la pista central que siguieron hasta el final las casi tres horas de batalla.

«Son las dos de la madrugada, es increíble. Gracias a los aficionados que se han quedado a apoyarme», agradeció.

Zheng, que clasificó a sus segundos cuartos de final seguidos en Flushing Meadows, se volverá a encontrar ahora con la bielorrusa Aryna Sabalenka, quien la batió en la final del pasado Abierto de Australia.

A sus 21 años, Zheng sigue agrandando su temporada de explosión en el circuito, en la que alcanzó su primera final de Grand Slam en Australia y se colgó el oro olímpico en París con un triunfo rotundo frente a Vekic en la arcilla de París.

En la pista dura neoyorquina, Vekic elevó su nivel y se mostró superior a Zheng en grandes fases del partido pero errores en momentos clave decantaron el primer set para la joven figura china.

La croata, semifinalista del pasado Wimbledon, no arrojó la toalla ni siquiera cuando Zheng neutralizó su quiebre inicial en la segunda manga.

Aumentando la agresividad de su tenis, Vekic forzó el set de desempate pero Zheng aprovechó el relajamiento posterior de la croata para apropiarse del quiebre al que se aferró para sellar el triunfo.