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El Rally Dakar también sirve para la recuperación de militares heridos

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Vivieron momentos de horror e incluso estuvieron a punto de morir, pero pudieron salir adelante. En el desierto de Arabia Saudita, una escudería de militares heridos disputa el Rally Dakar-2025 como forma de seguir reconstruyendo sus vidas.

Después de un test en 2023 con un dúo de heridos de guerra, la escudería «Hermanos de armas» cuenta este año en el Dakar Classic, una carrera paralela al Rally Dakar principal, con dos tripulaciones compuestas por militares heridos.

Se trata de una pareja de mujeres, al volante de un camión Renault Kerax, y de otra de hombres, a los mandos de un 4×4 Peugeot P4.

En el vivac del célebre rally de aventura, la cojera de Severine Lehoux, suboficial del segundo regimiento del material del Ejército de Tierra francés, es un indicador de su amputación femoral de la pierna izquierda como consecuencia de un cáncer óseo en 2018.

Desde que se unió hace más de un año a este proyecto asociativa, dice que ha aprendido a adaptarse a nuevas circunstancias.

«No es fácil, en la tienda, ponerse la prótesis. ¡Pero he encontrado cómo y lo he conseguido!», se felicita esta treinteañera.

– Vivencias compartidas –

Participar en esta carrera de quince días en Arabia Saudita es una manera de devolver a estos militares el placer por la aventura, haciéndoles salir de cualquier zona de confort en la que se hayan cobijado como autodefensa ante las tragedias de sus vidas.

El Dakar es además un ejercicio perfecto para que los participantes exploren sus propios límites y se enfrenten a sus angustias.

Aurore Valaize, de 37 años, ha preparado durante mucho tiempo este momento con su psicóloga. Integrante del servicio de salud de los Ejércitos franceses, ha estado enviada en zonas de guerra como Mali o Afganistán.

Hace cuatro años fue diagnosticada con un desorden por estrés post-traumático.

«Para mí, las primeras etapas [del Dakar] fueron complicadas. El paisaje se parece mucho al de Afganistán, así que me devolvió recuerdos que no son precisamente alegres», cuenta con un hilo de voz.

También son franceses los hombres que forman parte del otro equipo de la escudería.

«Entre heridos, podemos hablar. Todos hemos tenido vivencias diferentes, pero todos hemos pasado por el mismo lugar. Eso es algo que la gente no puede entender si no lo ha vivido», estima Ludovic Failly, de 54 años.

Hace casi diez años, el 26 de enero de 2015, este jefe-mecánico se encontraba en la pista de la base aérea de Albacete (España) cuando se produjo el accidente de un F-16 griego durante un ejercicio de la OTAN que provocó once muertos, entre ellos nueve militares franceses.

Quemado en un 38% de su cuerpo y con múltiples fracturas, pasó un mes en coma inducido.

Una década después, su gran problema en el Dakar es que hace varios días que no puede participar tras la rotura de una pieza de su vehículo en la primera etapa.

«El vehículo está en un remolque allí. Cada vez que la caravana se va, nosotros nos montamos en un camión para el traslado», lamenta.

– «Último umbral» –

En su país, Francia, unas 120.000 personas tenían en 2023 una pensión militar de invalidez. El número de afectados por estrés post-traumático está estimado en 3.000 por el Ministerio de los Ejércitos de ese país europeo, al que pertenece también la empresa organizadora del Rally Dakar.

La escudería «Hermanos de Armas» es una asociación formada por militares en servicio y el Dakar es el punto culminante del proceso de resocialización de los heridos.

Para reunir los 180.000 euros [186.000 dólares] necesarios para la participación del equipo en el Dakar, los propios pilotos tuvieron que trabajar en la búsqueda de patrocinadores, participar en salones y ferias o en actos caritativos.

«Estamos aquí para ayudarles a superar el último umbral [de la reconstrucción]», explica Ludovic Gateau, uno de los responsables de la escudería.

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