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El City sobrevive a un incendio

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La celebración de Pep Guardiola lo decía todo. Golpeaba con furia una caja de bebidas cuando su equipo, tras empezar perdiendo, remontaba al Brujas. Era la imagen de la frustración saliendo de su cuerpo, del sufrimiento que padece, del miedo a quedar fuera por primera vez en su carrera antes de la fase de eliminatorias.

Pero el City sobrevivió. Pese a todo, pese a rondar la eliminación y pese a jugar durante 45 minutos como si no fuera un partido a vida o muerte.

Se dedicó toda la primera parte a esa parte del juego de Guardiola que desespera a unos y da argumentos en su contra a otros: pasar la pelota en la frontal del área a la espera de un error o de que, por arte de magia, aparezcan Xavi Hernández y Andrés Iniesta y conecten con Leo Messi. A falta de esos tres genios y con la confianza puesta en jugadores lejos de su mejor nivel, como Gündogan, De Bruyne y Bernardo Silva, el City no puede jugar a eso.

Porque acaba cayendo en centros laterales innecesarios y se desprotege completamente atrás al acumular y acumular jugadores en la frontal. Sin centrocampistas rápidos ni laterales que corrijan, el City queda expuesto y el Brujas, sin ser la Holanda del 74, lo aprovecha.

Jutglá, producto de la cantera del Espanyol, rompió con una facilidad pasmosa al lateral de emergencia Matheus Nunes, acordándose Guardiola de la marcha de Kyle Walker al fútbol italiano, y el español puso un pase atrás que remató Onyedika mientras Kovacic le perseguía a metros de distancia.

El tanto, justo antes del descanso, heló al ya de por sí gélido público del Etihad, y Guardiola, tras el paso por vestuarios, exhibió unos arañazos en la cabeza, fruto de la frustración de otra noche horrible.

Sin embargo, el vuelco del City en la segunda parte funcionó, gracias a la verticalidad y desborde de Savinho, que sustituyó a Gündogan al descanso.

Kovacic, que para corregir atrás no es del todo de fiar, lo que sí tiene es llegada, y más si el Brujas le pone la alfombra roja. Nadie le entró en una conducción por el carril del ’10’ y su cómodo disparo fue a la red, comenzando la remontada del City.

El gol llegó en el minuto perfecto, en el 53, y no hubo que esperar mucho para qeu Savinho cogiera el partido por la pechera y lo zarandera.

Primero, con un pase por dentro para Gvardiol, cuyo centro mandó hacia su propia portería Joel Ordóñez, y después con un control orientado, regate y definición delante de Mignolet.

Guardiola, que con el 2-1 lo celebraba a golpes con una caja de bebidas, ahora sí se dirigía a la grada con una sonrisa. Su dolor, al menos durante un día, pasó.

El Brujas también lo celebró, porque se llevó el último billete a los dieciseisavos de final.

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